Ya estamos en el tercer capitulo del conocimiento de la filosofía estoica. Si no has leído los anteriores te agregamos los enlaces:
Capítulo 1. ¡Decídete!: Vivir sin filosofía es vivir sin dirección
Capítulo 2. ¿Conoces a padres que quieran que sus hijos actúen de manera irracional, cobarde, cruel o impulsiva?
Haremos este y uno más para luego combinarlos. Hemos recibido muy buena aceptación de este tema, sin embargo sabemos que también hay seguidores que están en otro recorrido y también les queremos acompañar, por lo que, al menos una vez al mes, seguiremos con esta temática.
Dicho esto, comenzamos diciendo que una de las lecciones más importantes del estoicismo es enfocar nuestra energía y esfuerzo en aquello que depende de nosotros; preocuparse de cosas que no están bajo nuestro control solo genera ansiedad y frustración.
Para explicar esta lección, usaremos la analogía del arquero propuesta por Cicerón:
Si un arquero quiere alcanzar un objetivo con su flecha, tiene muchos elementos bajo su control; controla por ejemplo cuantas horas practica su técnica, qué arco utiliza y, llegado el momento, cuánto tensa la cuerda y en qué dirección apunta su flecha, sin embargo, una vez la flecha deja su arco, no hay nada más que pueda hacer.
Que la flecha alcance su objetivo depende ahora del destino. Una ráfaga de viento o cualquier movimiento del objetivo, alterará el resultado, pero no es algo que deba preocupar al arquero, porque son elementos fuera de su control.
Aplicado por ejemplo al entorno profesional, supone una poderosa herramienta mental, especialmente donde el rechazo y el fracaso se viven a diario. Veamos un par de ejemplos:
*Un deportista que se venga abajo por una derrota, no llegará muy lejos. Debe de ver el resultado como información, que le ayudará a mejorar y preparar mejor la siguiente competición.
*Un agente comercial que se frustre con cada “NO” tendrá que buscar otra profesión. Lo que debería de hacer es analizar objetivamente cada interacción, preguntándose qué puede hacer mejor, sin castigarse por el resultado.
Es inevitable sentir cierta decepción al perder un partido o ser rechazado en una venta, pero aplicando la mentalidad estoica el sentimiento negativo durará menos tiempo; es ahí donde rápidamente nos debemos de centrar en lo que podemos controlar, como por ejemplo, en mejorar para la siguiente oportunidad.
Céntrate en lo que puedes controlar
En resumen, los estoicos proponen centrar nuestros pensamientos y esfuerzos en lo que podemos controlar, ignorando todo lo demás; de esa manera maximizaremos la probabilidad de alcanzar el resultado deseado, además de evitar un sufrimiento innecesario.
Una vez conozcamos el resultado final, lo aceptaremos con ecuanimidad, enlazando con el siguiente concepto estoico: amor fati.
Aunque el término amor fati se acuñó mucho después de los primeros estoicos, refleja perfectamente su enseñanza de no limitarse a aceptar el destino, sino llegar a apreciarlo.
No podemos cambiar lo ocurrido, pero podemos cambiar cómo lo percibimos; podemos pensar por ejemplo que algo bueno saldrá de ello.
El propio ZENO, fundador del estoicismo, es un buen ejemplo. Él era comerciante hasta que su barco, transportando un cargamento preciado, sufrió un terrible accidente en uno de sus viajes pasado a perder todo lo que tenía y casi su propia vida. Fruto del naufragio llegó a costas de Grecia y después a Atenas, donde aprendió filosofía y creó su propia escuela.
Este hecho fue para él, lo más importante que logró en su vida, y hubiera sido imposible sin el naufragio que supuso su ruina.
Para explicar la relación que recomendaban tener con nuestro destino, los estoicos usaban la analogía de un perro atado a una carreta. La carreta estaba guiada por animales mucho más fuertes que él, por lo que el perro tenía dos únicas opciones:
1.Caminar junto al carro y aprovechar la longitud de su correa para ir explorando todo aquello a su paso.
2. Resistirse al avance del carro clavando sus patas en el suelo.
En ambos casos el perro llegará al mismo destino, pero la experiencia del viaje será muy distinta. Si elige la primera opción pasará un tiempo agradable y tranquilo, disfrutando incluso del camino. En el segundo caso sufrirá dolor y frustración. En nuestra mano está la decisión.
Aceptación no implica resignación
Utilizar nuestra capacidad de razonamiento para mitigar un daño emocional no implica que no hagamos todo lo posible por cambiar, se trata de hacer lo mejor que podamos con lo que tengamos, en vez de lamentarnos por lo que nos ha tocado. Lamentarnos por lo ocurrido no conduce a nada, y con frecuencia nos ciega de lo más importante: actuar racionalmente en el presente.
La recomendación de los estoicos es clara: acepta tu realidad y céntrate en lo que puedes controlar. En vez de intentar cambiar el mundo, debemos de poner el foco en cambiarnos a nosotros mismos primero.
Paradójicamente, es la mejor estrategia para crear después un impacto positivo en nuestra vida y en nuestro entorno.
Epicteto nos veía como actores en esta obra que es la vida, y nos recordaba que un buen actor no se lamenta por el papel que le ha tocado, simplemente lo interpreta de la mejor manera.
Cada día tenemos una elección: disfrutar este momento y aprovechar lo bueno, o lamentarnos porque no incluye todo lo que queremos.
Para los estoicos, solo las cosas que dependen completamente de nosotros pueden ser buenas o malas, el resto son indiferentes. Siguiendo esta lógica, lo único bueno es actuar con virtud y lo único malo es lo contrario.
¡Hasta la semana!