Tomamos cientos de decisiones cada día, que van desde la ropa que te vas a poner cada mañana hasta lo que vas a desayunar y comer. En cierto modo, debemos aprender a limitar estas pequeñas decisiones a través de ciertos hábitos ya estipulados, pues aunque parezca que la toma de pequeñas decisiones no nos afecta, lo cierto es que nos agotan más de lo que pensamos. Es por eso que Barack Obama reconocía que únicamente tenía 2 tipos de trajes en su armario, al igual que la famosa camiseta gris de Mark Zuckerberg (Facebook).
Pero luego tendríamos ciertas decisiones importantes que pueden cambiar el rumbo de nuestra vida o de nuestro futuro en el corto, medio y largo plazo. Y en esas decisiones es donde podemos fallar, al analizarlas desde la perspectiva equivocada o de un estado emocional equivocado.
Contaba James Altucher que la abuela de un amigo le dijo en una ocasión que, llegado el momento, sólo hay dos tipos de decisiones: Las decisiones tomadas desde el miedo, y las decisiones tomadas en base al sentimiento de prosperar o crecimiento.
Por ejemplo: ¿Sigues en tu actual trabajo por miedo a la incertidumbre de qué pasaría si dejas ese trabajo, o, por el contrario, sigues en tu trabajo porque estás entusiasmado con el potencial de crecimiento personal y profesional que tienes en esa empresa?
Por regla general, las personas deciden ellas mismas no perseguir sus sueños ni tener un futuro mejor por el simple hecho de que tienen miedo a la incertidumbre de no saber qué ocurrirá. Por lo tanto, toman la decisión de permanecer en esa zona de confort. Una decisión basada en el miedo, una zona de confort que les impide crecer.
Si esa persona toma la decisión en base a la necesidad de crecimiento, podría abandonar su actual puesto de trabajo para perseguir sus sueños
Es cierto que abandonar ese trabajo conlleva riesgo; podría salir mal y después podríamos arrepentirnos de haber tomado esa decisión. Pero más cierto aún es, que nuestra zona de confort se podría derrumbar, y después arrepentirnos de no haber tomado la decisión de salir de allí mucho antes.
Pero las decisiones basadas en miedo o crecimiento también se encuentran en otros ámbitos de nuestra vida
¿Mantienes una relación con una persona porque realmente quieres morir junto a esa persona, o, por el contrario, sigues en esa relación porque tienes miedo de no encontrar algo mejor, miedo de hacer daño a esa persona si la abandonas, miedo de que sea malo para tus hij@s, miedo al qué dirán?
Aunque nos guste pensar que somos personas racionales, lo cierto es que ya hemos demostrado en cientos de ocasiones que somos mucho más emocionales que racionales, por lo que cuando se trata de tomar ciertas decisiones, aunque sea difícil, debemos aprender a separar las emociones y analizar las circunstancias de una forma fría y racional.
Asimismo, no se recomienda tomar decisiones importantes cuando nuestro estado emocional no es neutro, es decir, evita tomar decisiones desde la ira o la tristeza, pues probablemente sean decisiones poco acertadas.
Las decisiones tomadas por el miedo tampoco suelen ser las correctas, debido a que el miedo es la mayor fuerza paralizadora que existe. ¿Qué harías hoy si no tuvieras miedo a nada?
¿Llevas la vida que querías llevar?
¿Te gusta tu trabajo?
¿Eres feliz?
¿Qué te falta en tu vida?
¿Qué te sobra en tu vida?
¿Qué te hace feliz?
¿Qué te hace infeliz?
A menudo, es bueno detenerse fríamente a analizar estas cuestiones, siempre recordando que si no llevamos la vida que queremos llevar, casi siempre hay unos únicos culpables: nosotros, nuestros miedos y nuestras inseguridades.
Como alguien dijo alguna vez, “si no te gusta la vida que llevas, cámbiala. Tú no eres un árbol”
Claro que finalmente también debemos saber distinguir lo que es el deseo de crecimiento al deseo de placer en el corto plazo, es decir:
¿Estoy tomando la decisión en base al crecimiento que me acercará a lo que quiero en mi futuro, o, por el contrario, estoy tomando la decisión en base al placer de corto plazo que probablemente me afecte en mi futuro?
Parece algo muy complicado, aunque también es algo más sencillo de lo que parece, pero no deja de ser complicado… aunque merecerá la pena. (Es sencillo una vez vivido y dominado).
¿Desde qué lugar estás tomando tus decisiones?
Cada vez que decidimos, nuestro futuro se re-configura. ¿Lo sabías? Por eso debes decidir desde el saber. Pues por decidir desde el temor mucha gente pierde su dinero y hasta su vida. Aprende como hacerlo y hazte dueño de tu futuro financiero. Descubre cómo puedes aprender y desarrollar nuevas habilidades personales, empresariales, financieras, profesionales leyendo y siguiendo los pasos que se te indicamos en Vida Plena, al igual que otros programas educativos que están basados en la ayuda y mejora de la sociedad.
¿Qué camino coger?
¿La razón o el Corazón?
¿Quién te dice que No puedes o quién te dice que Sí Puedes?
No esperes más y guíate de las personas adecuadas